viernes, 8 de octubre de 2021

Sotillo de Cabrera

Debo reconocer que la escapada a Sotillo de Cabrera, me ha encantado, si se puede decir así. Hacía tiempo que C6, como le llamo yo a mi cuadrilla de seis personas, teníamos planeado irnos un fin de semana largo a una casa rural. La zona, no sé por qué razones, tenía que ser las Médulas, provincia de León. Y una delegación de la cuadrilla, en la que entraba un servidor, se encargó de buscar la casa rural. No os quiero aburrir mucho. Resumiendo diríamos que el pueblo donde está la casa llamada el balcón de Sotillo, está en ese pueblo al que es bastante complicado llegar. A unos quinientos sesenta kilómetros de Iruña, en una zona de minas de pizarra. El pueblo está a casi mil metros de altura. Te dicen que hay treinta y seis habitantes, diecinueve hombres y diecisiete mujeres, pero en los cuatro días no vimos más que a tres o cuatro en total. No hay nada, ni tiendas, ni bares, ni coches. Sólo el silencio y la naturaleza en su estado más primitivo. 

Con esos mimbres había que ver cómo estaba la casa y nos encontramos con una edificación que tiene más de trescientos años, pero perfectamente equipada. Lo más maravilloso era que, le dabas a la ruedecita de la calefacción y los radiadores se calentaban. Y cómo calentaban, hasta el punto que no había necesidad de encender la de las habitaciones de arriba. El calor pasaba del salón a través de los suelos de madera.

Termino: la noche del sábado a domingo, hubo un huracán, con vientos que pienso rondarían los cien kilómetros por hora. Lluvia de una intensidad descomunal. Y una sensación de estar protegidos tras las anchas paredes de trescientos años. Inolvidable.