Bueno, ya llegan las temidas navidades. Antes para mí eran simplemente unas fechas, que tenían que pasar y pasaban porque no lo puedes evitar. Como cuando el sol sale por oriente y se pone por occidente, por decirlo de algún modo. Cuanto más viejo me hago, la navidad es como un tren de mercancías que, viene a gran velocidad y me arrolla. Viene, no faltaba más, pero de una forma violenta. Y es que, no os podéis hacer idea lo que cuesta colocar todos los muñequitos. Llevo con esta estúpida costumbre unos quince años y claro, como cada año hay más, pues eso, que me pego una tarde entera apilándolos. Agotador.
Por otra parte, como casi siempre digo lo mismo hablando de estas simpáticas fiestas, evitaré hablar de las comidas navideñas.
Por otra parte, como casi siempre digo lo mismo hablando de estas simpáticas fiestas, evitaré hablar de las comidas navideñas.
Han pasado las elecciones y sí, me voy a mojar: me mojo y auguro que el Sr. Sánchez, por el bien de la patria que está en peligro, ante los ataques separatistas y para mantener la sacro santa unidad de España... facilitará la investidura del Sr. Rajoy.
Y si no ocurre eso, no pasa nada. Las empresas que se dedican a adivinar la intención de voto no aciertan ni una y ahí siguen tan felices.
Zorionak denontzat eta urte berri on
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