jueves, 11 de abril de 2024

METAMORFOSIS

Sí, hoy vamos a hablar del nefasto, nefando, horroroso y feo monumento a los caídos. Llevo unos setenta años viéndolo e incluso me ha tocado el puesto de trabajo en una zona relativamente cercana: zona nacional la llamábamos entonces.

Parece ser que el nuevo alcalde, está dispuesto a meter mano de una vez por todas a ese engendro. Ojo, está claro que esta es la opinión de kokodrilo ya que, supongo, habrá gente que la arquitectura de ese edificio le parecerá sublime, rozando lo divino. Gustos variados siempre los ha habido.

En mi humilde parecer, eso, la cosa, the thing en inglés, debería haberse derribado hace muchísimos años. Yo pienso que el 76 habría sido el año adecuado. Ah, que entonces estaba muy reciente la muerte del dictador y hubiera sido imposible.

Según mi abogado de confianza, que es el que sabe todo, de las siete propuestas hay que elegir una y la única que contempla la demolición es "metamorfosis". Me hubiera gustado una octava, que es la desaparición de todo vestigio de la infamia, pero esa no se contempla.

Por lo visto en cuanto a la consulta ciudadana, hay un punto que me parece reseñable y transcribo:

Capítulo VII, la consulta ciudadana. Art. 64, punto 2

"En el momento de aprobar la consulta ciudadana, los grupos municipales podrán manifestar si aceptarán los resultados, indicando, si es el caso, los términos de su aceptación. Este compromiso será válido en caso de que la participación sea superior al 30% del censo electoral". 

Según me dice Jokin, mi abogado de cabecera, se pueden hacer hasta cinco consultas al año. 

Así que si logramos que la mayoría vote por metamorfosis, conseguiremos que ese monstruo y no precisamente el de las galletas, desaparezca de nuestra vista y de la de nuestros descendientes.

No es muy buena imagen, pero es la mejor que he podido conseguir sin publicidad. El resto de imágenes están contaminadas por propaganda de diarios, de los que hay que huir por higiene.



viernes, 5 de abril de 2024

¿QUÉ ES LA REALIDAD?

Hoy el asunto no se si es filosófico o físico. Porque la primera pregunta que se me plantea es la siguiente: ¿es la realidad tal como la vemos? Pues no está nada claro ya que, lo que vemos y percibimos es en tanto tenemos unos sensores y un cerebro que lo decodifica. 

Es bien sabido que existen otras realidades, que el humano no percibe, pero sin embargo es posible saber de su existencia con ayuda de aparatos detectores: el ejemplo más claro son las ondas de radio.

Los físicos llevan años interesados en estos asuntos y podríamos describir la realidad como energía que percibimos en tanto en cuanto tenemos esos sensores. Si el hombre no está, nada hay, salvo la energía.

La consecuencia es que, puede haber fuerzas energéticas que constituyen otra realidad, pero no para nosotros, sino para otros posibles seres con los sensores adecuados.

De ahí pasaríamos a un multiverso tan variado y extenso como nos de la imaginación. Convivimos todos al mismo tiempo pero en planos diferentes.

La cosa asusta un poco. Pero como resumen final diríamos que nada existe como lo captamos si no estamos los humanos. Y para "los otros" probablemente el mundo será totalmente diferente a como los percibimos.

Hay muchos estudios sobre estos asuntos, basados en experimentos físicos y en desarrollos matemáticos. Evidentemente, yo, de esto ni idea. Pero sí soy capaz de especular de que otros mundos son posibles, existiendo de forma simultánea al nuestro.

2001, Odisea en el espacio


domingo, 31 de marzo de 2024

SALUD MENTAL

Hace tiempo que quiero escribir sobre este asunto. Es peliagudo y no se si hago bien en meterme en este jardín. Pero lo voy a intentar.

El equilibrio emocional es algo que todos deseamos. Siempre no es así. Hay circunstancias que hacen que nuestro cerebro funcione de forma defectuosa y nos provoque sufrimiento, miedo, angustia, etc.

De eso se trata. De ver qué coño pasa con ese kilo y pico que llevamos en la cabeza. Los psiquiatras, al hablar de trastornos, insisten mucho en que son de origen genético: vamos que nacemos con ellos. Los mismos psiquiatras, ante la avalancha de enfermos mentales que inundan sus consultas, van por el camino más fácil: química en forma de medicamentos para calmar la ansiedad, antidepresivos, ansiolíticos, tranquilizantes, etc. Menos problemas para el profesional y formidable negocio para las farmacéuticas, que como todo el mundo sabe, lo hacen por el bien y la felicidad de la humanidad.

Ya casi nadie se acuerda del psicoanálisis, técnicas que han dado y vienen dando buenos resultados. Son procesos largos y sobre todo muy caros. La Seguridad Social, no se lo puede permitir. Tendría que tener un ejército de psicoanalistas y en muchos casos, granjas donde las personas con trastornos más serios, puedan llevar una vida digna en contacto con la naturaleza y con trabajos de todo tipo.

Retomando el hilo del principio, si consideramos acertadas las opiniones de los expertos, de que nacemos así, como quien tiene los ojos azules, resultará que casi nada se puede hacer: educarte para convivir con tu "peculiaridad", vamos a llamarla así más que enfermedad.

Un aspecto reseñable es que las sustancias adictivas que normalmente tomamos, me refiero a las legales como tabaco, café y sobre todo el alcohol, en ciertos cerebros puede producir un efecto nefasto. Ya digo bien, ciertos cerebros. No digamos si hablamos de otras sustancias que tan alegremente corren por ahí. 

Existe algo que es la adicción a las sustancias, que no sólo no mejoran el comportamiento del cerebro sino que lo esclavizan aún más. Y aquí entramos de lleno en los medicamentos que presuntamente se recetan para combatir el problema: a la larga crean adicción y no sólo no arreglan nada, sino que lo empeoran. En el mejor de los casos, logran crear zombies vivientes que no molesten al resto de la sociedad.

Esto es ya opinión mía: en la mayoría de los casos de disfunción cerebral, el asunto consiste en aprender a convivir con tu peculiaridad. No ingerir sustancia alguna adictiva, lo cual es difícil pero no imposible y lo normal es tener una vida razonablemente buena, siendo que te ha tocado vivir con tu herencia genética que igual no es la que nos gustaría.

No nos olvidemos del miedo. El miedo en su versión más extrema es la causa de los mayores sufrimientos y angustias del hombre. El miedo, en su versión más perversa, es algo tan irracional que provoca unos sufrimientos tales que, la muerte se vislumbra como la única salida. De ahí los suicidios. El que se quita la vida es porque ha llegado a un punto de angustia y sufrimiento tal que, la muerte es su única vía de escape. Dicen que, no se publicitan los suicidios, para no animar a más gente a tomar esa decisión. Pero las cifras de suicidas deben ser muy abultadas.

Vivimos en un mundo donde los estímulos, el intento de felicidad exprés corren por doquier. Para ello vivimos rodeados de un amplio abanico de estímulos y sustancias gratificantes que pueden mitigar nuestra angustia y miedos congénitos. Es ridículo intentar solucionar con lo que escribo algo que atañe a la complejidad del cerebro humano. Pero si tus herencias genéticas te hacen ser un poco diferente, más te vale que te olvides de todo tipo de estimulante: vamos, vivir como lo hace un perro que no toma ni alcohol, ni café, ni fuma ni toma pastillas. En un cerebro, vamos a llamarle "especial", esas sustancias son auténtico veneno y lejos de mejorar su funcionamiento, lo empeoran a límites increíbles.

Sin embargo, si no entras dentro de esa categoría citada antes, podrás disfrutar de esos pequeños placeres de la vida, como puede ser un vaso de buen vino o una copa. No hay problema alguno para la mayoría de los mortales. 






martes, 26 de marzo de 2024

JEANNE DIELMAN. 23 Quai du Commerce, 1080 Bruxelles

Es la primera vez que ejerzo de crítico de cine. Y no es para menos. La película que os comento, está considerada como una de las mejores de la historia del cine. Ahí lo dejo.

Críticas ajenas aparte, debo decir que la he visto y me he quedado literalmente pegado a la butaca (estamos hablando de cine), durante los 193 minutos de visionado.

No hay apenas diálogo, no hay efectos especiales, no hay un estudio, no hay banda sonora. Imaginaos un día cualquiera de vuestra vida y que hubiera una cámara filmando lo que hacéis desde la mañana hasta la noche.

La historia es de una mujer viuda, que vive con su hijo de diez y seis años. Ella se ocupa de todas las labores domésticas y el hijo está estudiando. Así de simple y así de compleja es esta película. Un último detalle: ella, a cierta hora de la tarde recibe alguna visita. No cuento más.

Si tenéis ocasión, no la dejéis de ver. Pero si no os gusta, podéis pasar a otra cosa. A mí no me echéis la culpa.