jueves, 16 de julio de 2020

Miniaturas (7)

Con este miniatura termino, de momento, la serie dedicada a las que hacía José María Rodríguez Azcárate. Recuerdo algo que me decía en referencia a la pintura: los cinco puntos para definir una obra como artística. El primer punto era que me guste. Ahí entra la subjetividad de cada uno, dado que los gustos son muy dispares. El abanico es inmenso, ya que a uno le puede entusiasmar un Miró y a otro un Rothko. A mí, qué queréis que os diga, no me gusta ninguno de los dos. El segundo, era la realización técnica de la obra, esto es, su mayor o menor perfección estética. Diríamos que en sus aspectos académicos sea correcta. En cuanto al tercer punto, nos vamos a fijar en su curriculum, esto es, estudios, premios, exposiciones, publicaciones, en una palabra, toda la parafernalia que acompaña a un artista que se precie. Vayamos al cuarto punto y no menos importante: el precio de la obra. Miramos la cartera y decimos: ¿me llega como para comprar este cuadro? ¿Está al alcance de mis posibilidades? Y ya para terminar y bastante fundamental es que una vez pasado un tiempo de su adquisición, que la obra se revalorice. No vaya a ser que nos pase como a ese pintor que alegremente vendió sus cuadros por un importe generoso y al cabo de un tiempo observa como están a la venta por una décima parte de lo que él cobró. Esto yo lo he visto en Pamplona.

¿De qué depende que un cuadro valga una fortuna o de que literalmente no valga nada? Pues uno de los factores importantes es la crítica, que puede hacer de cualquiera, un genio de la pintura perseguido por los más reconocidos marchantes. No me gusta citar pintores famosos que aún viven, pero me viene a la cabeza uno en particular, que de no haber sido por un apoyo descarado, tanto del poder político como de los medios de comunicación y la crítica, igual ni lo conoceríamos. Vaya, parece que ya he soltado quién es.

Es triste decirlo, pero dibujar y pintar bien, incluso muy bien, no sirve para nada. Como no des unas clases o te aproximes al pesebre oficial de la subvención, no tienes nada que hacer. Termino: mi profesor, no necesitaba la pintura para vivir. Pero lo que hacía, lo cobraba. Para que os hagáis una idea cobraba lo mismo que se paga a una interina por hora trabajada. En una libreta pequeña, apuntaba las horas. Claro, como invertía entre ochocientas y mil horas por miniatura, os podéis hacer una idea del precio final. 


Virgen con niño

miércoles, 8 de julio de 2020

Woody Allen

Sí, lo confieso: soy un fan de Woody Allen o por lo menos de sus películas. Hace unos cuarenta años que empecé a verlas. La última "día de lluvia en Nueva York". Pero ha sido su libro "a propósito de nada" el que me ha hecho disfrutar de lo lindo a lo largo de sus 439 páginas que, literalmente he devorado en tres días.

Lo que más me ha impresionado es la historia con Mía Farrow a cuenta de su boda con la hija adoptiva Soon-Yi y la posterior denuncia de abuso hacia su hija pequeña Nancy. No me voy a extender en la historia, pero haré una reflexión: la capacidad humana de mentir y manipular hasta límites casi imposibles de medir. Cuando leía la historia, yo me decía: Woody, te creo. De hecho, en los 90 y años posteriores, cuando me iba enterando de estos temas, siempre creí a Woody Allen. Y ahora, después de leer su autobiografía, más aún. No me quiero extender más sobre el asunto y os emplazo a que leáis el libro.

Tuve un arranque de escribirle una carta. Lo malo es que no se su dirección. Mi cuñada Kontxa me decía: pon Woody Allen, Manhattan, Nueva York y seguro que le llega. Desistí de la idea pensando en la cantidad de zumbados que harán lo mismo. Así que decidí expresar mis ideas en este, ya no tan humilde blog (me entran una media de veinte personas diarias, contando las muchas veces que entro yo y estoy entusiasmado).

Final: repasando mis archivos, descubro que tengo unos veinte DVDs. con sus películas, que estoy volviendo a ver. De toda su obra, habré visto unas treinta.

En otoño de 2017, estuve en Oviedo y no pude evitar hacerme una foto con él.


jueves, 2 de julio de 2020

Miniaturas (6)

De momento con la miniatura de hoy y la próxima, termino la serie de entradas dedicada al que fue mi profesor durante casi tres años. Todos los martes y los jueves, de seis a ocho de la tarde, era la cita obligada, acompañados de dos programas de radio de la época: Encarna de tarde y Julia Otero. Primero una, en una cadena y a continuación la otra. Él, con mascarilla, exactamente igual que ahora con el virus. Yo no la usaba, pero no me dejaba ni acercarme a la obra que en ese momento estuviera realizando. Una simple gota de saliva, era suficiente para estropear la miniatura. La clase duraba dos horas, esto es, un total de cuatro semanales. Aprendí mucho de él y como ya he explicado en otras ocasiones, no se refleja en el resultado de mi obra actual. Pero hay que tener en cuenta, que en mi filosofía de trabajo, tanto en pintura como en electrónica, el medio es el fin. No me importa el resultado, más aún, me da igual, centrándome en el proceso temporal de realización. Por lo tanto, la obra terminada me es indiferente. Ya dije hace años, que jamás volveré a hacer una exposición. Por otra parte, reconozco lo valiente que es mucha gente cuando se "expone" a exponer. Allá ellos. 


Tortilla