La noche del 19 al 20 de diciembre de 2019, sobre las 3 o las 4 de la madrugada, no lo puedo precisar porque estaba durmiendo, un viento huracanado asoló la vieja Iruña, con vientos de unos 110 Kms. por hora. Y mira tú, que en la memoria de instalación de la antena, constaba que podría aguantar vientos de hasta 100 kilómetros por hora, algo no demasiado normal. Resultado. Tal como me lo temía la antena se escoró de una forma peligrosa hacia el nordeste, por lo que los vientos, supongo vendrían del sur oeste. No contentos con eso, el huracán tuvo una réplica la tarde del sábado día 21 y ya en ese momento la antena corría peligro de caer al patio, con las consecuencias nefastas que ese hecho puede acarrear. Así, que en plenas navidades, subí al tejado y le hice una cura de urgencia.
A continuación venía el asunto de la colocación de los vientos. Esa antena está aislada de tierra por lo que no se le pueden colocar vientos metálicos. Al final me decidí, después de mucho pensar, por un cable de kevlar que lo tuve que pedir por medio de la empresa de mi amigo Jeff Bezos. Creo que vino de algún punto de china y lo que más me sorprendió es lo fino que es. Espero que aguante.
Hoy afortunadamente ha hecho un día inmejorable en Iruña por lo que el montaje ha sido prácticamente perfecto. Aquí os va el vídeo del final de la odisea. Cinco horas de tejado.
No quiero terminar esta magnífica entrada sin colocar las fotos del antes y el después. La foto de la catástrofe está tomada el día 23 de diciembre, día señalado porque entre otras cosas andaba bastante liado con la cena de navidad, ya que este año había subido el número de comensales de cuatro a seis. La otra foto es de hoy y si no hago más escritos con referencia a la dichosa antena, será señal de que todo va bien. Y ahora la pregunta: y tú...¿para qué quieres esa antena? Me la hacen mucho.