miércoles, 6 de enero de 2021

EL DINERO Y LOS BANCOS

 


Llevo mucho tiempo queriendo hablar del dinero y de los Bancos. Le doy vueltas y vueltas y nunca es el momento, porque sé que me meto en un jardín algo complicado ya que ni soy economista, ni llego a entender casi nada del asunto del título de esta entrada.

Pero igual algo ayuda el hecho de haber trabajado en un Banco durante cuarenta años, trabajo que mi psiquiatra me recomendó que no lo hiciese jamás, ya que era uno de los oficios para los que peores aptitudes tenía. Resultado final: jamás pasé de oficial primero por antigüedad, o sea, chusquero. Y no es que fuese difícil llegar a jefe, sino que desde que entré en 1971, comprendí que no debía intentarlo.

Y es que, desde siempre pensé que, los Bancos no deben de estar en manos privadas. Los Bancos, deben ser organismos de los Estados, como lo son la Seguridad Social, la Sanidad o la Educación.

Los Bancos y no os asustéis por lo que os digo, son un gigantesco esquema Ponzi, eso sí, legal. Es como si hubiera un consenso mundial para hacer viable uno de los mayores timos. Bien es verdad que hubo un tiempo en el que el dinero se respaldaba en el oro, bien escaso, indestructible y de muchas aplicaciones. Casualmente, el mismo año que entré en el Banco, 1971,  el presidente de los EEUU, decidió eliminar la garantía del oro para responder del dinero, dinero que desde entonces se llama fiat (esto viene todo en internet).

De hecho, si todo el mundo reclamara su dinero, no habría suficiente para todos, siendo cien mil euros lo máximo que te daría el Fondo de Garantía de Depósitos, en caso de quiebra de la entidad (esto, me vais a perdonar, tampoco lo tengo muy claro). Y si quiebran todos lo Bancos, no hay Estado que pueda garantizar esa cantidad.

Toda actividad de compra-venta, sea de divisas, acciones o futuros conlleva que si alguien gana algo, otros muchos perderán, pero alguien (la Banca), siempre gana, como se dice. ¿Cómo gana? Entre otras cosas, con las comisiones de compra-venta.

Hace más de treinta y tres años, me metí en bolsa. Era a principios de 1987 y llegó a haber tal frenesí que la gente literalmente se volvía loca y pedía créditos para comprar acciones. Ya digo que yo también piqué y con una inversión de cincuenta mil pesetas mías y otras tantas que no lo eran, llegué a multiplicar por cinco la inversión, o sea quinientas mil.

Estaba como desatado, viendo que acciones que eran auténticos chicharros, subían hasta las nubes. Pero, tuve que vender el 29 de septiembre de 1987, porque tenía que comprar una emisora y el que me la vendía me exigía el dinero por adelantado. Ojo al dato: vendí y cuando lo hice, los mayores expertos del Banco me dijeron que era tonto, que mucho de lo que yo vendía, iba a duplicar. Así, literal. Vendí, muy a mi pesar y se me abonó en cuenta más o menos unas quinientas mil pesetas. La emisora, una Yaesu 767 GX, costaba cuatrocientas y pico mil. Bueno, pues el final está en la hemeroteca, como una de las mayores caídas de la bolsa: las grandes instituciones, comenzaron a vender el 5 de octubre y el crack vino sobre el 15. Varios compañeros míos acabaron arruinados, con pérdidas de entre cinco y diez millones de las antiguas pesetas. Hubo varios despidos por prácticas irregulares. Resumiendo: fue una auténtica catástrofe. Jamás jugué a la bolsa y cuando años después algún cliente me preguntaba por la bolsa, yo les respondía con una pregunta que los dejaba atónitos: ¿vas alguna vez al bingo? ¿vas al casino? Pues la bolsa es lo mismo. El interventor que oía lo que decía, me miraba con mala cara.

Hoy, los humanos apenas hemos cambiado: hay una auténtica pasión por intentar hacerse rico con la especulación. Y sí, es posible que alguno se haga rico, por supuesto. Pero lo normal es perder. Y las entidades financieras, tienen mucho interés en que compres y vendas. Por la comisión. Incluso se atreven con el bitcoin, que según veo hace furor en la web. Y paralelamente los timos tienen que ser de campeonato. Y no lo olvidemos: si alguien gana con la especulación, otros, muchos diría yo, pierden. Pero ahí no me puedo meter. Que cada uno haga con su dinero lo que quiera y el juego, que no es otra cosa la bolsa y la especulación, atrae a mucha gente. 

La consecuencia es que los Bancos, como entidades privadas, deben desaparecer. El dinero, emitido por los Bancos de cada Estado, me da igual que sea fiduciario, fiat, respaldado en oro o en sistemas digitales, tipo bitcoin, está depositado en el Banco Central de cada Estado. Todas las cuentas están en manos y bajo la supervisión del Estado. De ahí el Estado cobra los impuestos y elabora los presupuestos. Tiene sus sistemas o balanza de pagos como ahora. Y lo más importante: no hace falta tener caja alguna para pagar las jubilaciones o el paro. El paro ya no existe, ya que el que no tenga trabajo, es empleado por el Estado para desempeñar las ocupaciones necesarias, de acuerdo con la capacidad y preparación de cada persona. No se regala nada. Y no creo que sufra mucho el producto interior bruto. 

El asunto de los impuestos también tiene su miga. Estamos hartos de pagar los mismos, siempre los que tienen una nómina controlada por un Banco. Ahora es el Estado el que controla absolutamente todo el flujo monetario y se hace más difícil la evasión de capitales e impuestos. Todo el mundo sabe o ha oído hablar de los llamados paraísos fiscales. Los Bancos tienen mucho que ver con la actividad de los mismos. Es muy difícil llevar grandes cantidades de dinero a las islas Gran Caymán en efectivo: se hace por medio de transferencias bancarias, eso está claro. La manera de cómo se envía dinero a esos paraísos, se me escapa, pero seguro que hay métodos por medio de sociedades y otros instrumentos financieros.

El Estado tiene la bolsa de toda la población para la recaudación de impuestos, espero que de forma más justa y  progresiva, con la finalidad de acometer todos los gastos a los que la iniciativa privada no llega. Yo no digo que con estas medidas se evite el fraude, pero sí que se le ponen serias trabas.

El que quiera seguir jugando al gran casino puede hacerlo, faltaría más. Pero advirtiendo que puede incurrir en pérdidas y que eso puede crear adicción. Todo, hasta lograr que el dinero sea para lo que fue creado, simple instrumento de intercambio o trueque.

¿Intereses? No lo tengo claro. Igual al que pida un adelanto se le puede cobrar algo. Al fin y al cabo ese dinero vuelve no a manos privadas, sino teóricamente a la comunidad. Lo que si se pondría fin es a los gastos de mantenimiento y demás comisiones bancarias con las que nos abrasan. Lo resume de una forma genial el desaparecido Forges, con el chiste con el que inicio este escrito. Y sólo por eso, ya merece la pena que nuestros ahorros estén en manos del Estado, en vez de en manos privadas..

De todas formas, si el dinero que se imprime se reparte entre la parte baja de la pirámide de la población, no se por qué razones, los productos empiezan a escasear y el precio sube. Por esa razón, según parece, en EEUU los millones de dólares que se imprimen van a las grandes compañías, que a su vez lo invierten en compras masivas de acciones. Así, de momento, contienen la temida inflación y evitan, de momento, otro desastre bursátil.

No se me ocurre otra solución que la clásica de intentar el empleo al 100% bien por cuenta ajena o que sea el propio Estado el empleador, como he apuntado más arriba. Eso hace que aumente el consumo y por lo tanto la producción de bienes. El proceso debe estar estrechamente vigilado por la autoridad monetaria, el Estado, para evitar la inflación, con medidas correctoras. El propio mercado, una vez eliminados los Bancos parásitos, se autorregulará, o al menos eso se dice.

Una vez eliminados los Bancos, el Estado deberá encargarse de revisar sus millonarias aportaciones seculares a personas y sociedades absolutamente improductivas. Como se que sabéis de qué hablo, pues eso. Esto ya sería materia para otra artículo. 



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