No, no me estoy refiriendo al grupo de comunicaciones. Aunque también podría ser, pero no. El asunto va de otra cosa. Hubo un tiempo en que las únicas bebidas conocidas, sin contar el agua, eran las derivadas de la fermentación de diversos frutos que daban origen al alcohol. El alcohol producía un cierto relax. Pero apareció el café y eso transformó a mucha gente en hiperactiva. Se había conseguido evitar la somnolencia que producían las bebidas espiritosas.
Estábamos sentando las bases para la construcción del mundo con prisas en el que hoy vivimos, probablemente por el consumo de estimulantes. El mundo occidental se había vuelto más productivo, más creativo, pero mucho menos relajado.
Una de las pruebas de la vorágine a la que estamos sometidos es la reproducción a doble velocidad de los mensajes de voz de whatsapp, práctica para mi gusto nefasta que hace muy difícil entender lo que nos dicen.
Vivir de forma lenta y pausada es vivir dos veces. El estrés es contagioso, qué duda cabe. Todo el mundo da por supuesto que tenemos prisa: en un bar, en un comercio, en la cola del súper, en cualquier circunstancia en la que haya que esperar.
Recientemente he acuñado una frase, que como es mía me parece genial: "no tengo prisa, hoy tengo todo el día libre". Y esto es justo lo que me pasó una tarde cualquiera en la cola del súper. En la caja, sólo tenía una señora delante, con poca compra, pero una serie de sucesos encadenaron unos errores fatales en el sistema informático por lo que la fila de dos personas fue aumentando a tres, cuatro, cinco..... La señora visiblemente nerviosa empezó a disculparse. Yo muy serio le dije: "tranquila señora; hoy tengo todo el día libre". Un jubilado que tenía detrás, se tronchaba de risa.
Yo pienso que la civilización occidental es la de la prisa. La oriental tiene otro sentido del tiempo. Lo comprobé en Túnez en 1983, en una estación de tren perdida en un pueblo llamado Sousse. Estaba en la taquilla para coger los billetes y el tren se acercaba. Yo muy nervioso, en mi mal francés, le apremié al funcionario para que se diera prisa. Bien y tú. De eso nada. Cogimos el tren por los pelos. Él con toda su tranquilidad y parsimonia despachó los billetes a la velocidad de caracol, sin olvidarse de los oportunos sellos, sí señor.
😄😄 odio las prisas. La próxima vez que surja diré tu magnífica frase.
ResponderEliminarAunque no sé yo si el origen es el café, el té también es excitante y mira tu en Túnez...😜
ResponderEliminarEfectivamente, el té tiene propiedades muy parecidas al café.
ResponderEliminar😉
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