martes, 31 de enero de 2017

Ratas

Confieso, aunque parezca mentira, que siempre me han fascinado las ratas. Considero a estos animales unos seres muy inteligentes y sigilosos. Además pienso que pueden ser educadas para lograr de ellos lo que queramos. Hay mucha literatura sobre las ratas. No se si será cierto todo lo que he leído sobre ellas, pero me ceñiré a lo que yo personalmente he vivido en relación a las ratas. Quiero decir con ésto que, lo que cuento aquí es ajustado a la realidad. 

En mi trabajo, en los últimos diez años antes de la jubilación, había un despacho no demasiado grande donde normalmente estábamos dos personas. Anexo, había un gran espacio que se utilizaba como almacén y donde se acumulaba un poco de todo: archivadores, libros contables, papeles, muebles y utensilios viejos, etc. etc. Para ir al servicio teníamos que pasar a la zona de almacén y jamás ví una rata, aunque estaba seguro que estaban allí y además en buen número.

Sobre el mes de octubre, a la vuelta de un período de vacaciones, nada más entrar en la oficina noté un olor muy especial: a tienda de bacalao. Sí, tal como lo digo, ese olor a tienda que vende bacalao, por supuesto salado, no fresco. 

Ese mismo día, casualmente, vino a verme un antiguo compañero de trabajo ya jubilado y nada más entrar me dijo: tienes una rata muerta. Este compañero debía saber de qué hablaba, ya que era cazador y los cazadores saben mucho de animales. Yo no me lo podía creer y tras acceder al almacén allí estaba el bicho, enorme y por supuesto en un estado deplorable. No sigo porque el asunto fue muy desagradable. Ahora, cada vez que paso por una tienda de bacalao, revivo la historia. Y aprendí que una rata muerta huele exactamente igual.

Años conviviendo con nosotros y solo se manifestó cuando probablemente por accidente, murió. Dicen, no se si será verdad, que si a las ratas les pones veneno o trampas, mandan de lanzadera a las más ancianas de la comunidad o las que están muy enfermas y así comprueban el resultado.

Deben de comer de todo y las que tenía por vecinas sólo comerían papel que era lo que había en abundancia.

Hace tres años, en Lisboa, tuve la suerte de poder filmar una rata. Se escapó enseguida y ya no volvió a aparecer. Pero me consideré afortunado. Aquí os presento el vídeo con una ligera labor de edición muy simple: copiar y pegar la escena un montón de veces. 

Para terminar, decir que, hoy he ido a comer con un amigo y he pedido ajoarriero con langostinos: estaba riquísimo. Esto es simplemente para deciros que, pese a la historia, el bacalao me encanta.

Ya se ha escapau...


viernes, 27 de enero de 2017

El tranvía (y 2)


Ya para terminar la serie de tranvías en Lisboa, aquí aparece una película rodada en exteriores donde se puede ver al final el famoso tranvía de la línea 28 que, según dicen, si vas a Lisboa debes montarte en él sin excusa.

El tranvía


Vivimos en una época donde las cosas se fabrican con una fecha de caducidad próxima. Cada año hay que cambiar de teléfono, de coche, de ropa, de ordenador, de lavadora, etc. etc. Hubo un tiempo en el que se fabricaba para que el objeto durase toda la vida. Y en este vídeo, tenemos un ejemplo claro: el tranvía de Lisboa, que según parece tiene más de cien años. Disfrutad de un recorrido por las calles de Lisboa. La grabación es de marzo de 2014 y como estoy jubilado y apenas tengo tiempo, ahora lo subo a Youtube después de su correspondiente edición. También tengo que decir que si me dedico a estas tontadas, no hago lo importante, que no es otra cosa que pintar. 

domingo, 18 de diciembre de 2016

Navidad

Bueno, un año más llegó la Navidad. Lo que voy a decir es una tontería, pero que sepáis que esto sucede cada 365 días (este año por ser bisiesto 366). Mucha gente de mi entorno se enfada y despotrica de la Navidad. A casi nadie le gusta y esto mismo lo vengo diciendo en los últimos años. Es algo inútil cabrearse con lo irremediable. Llegan y se acabó. Además al final hasta uno se lo pasa bien con las celebraciones familiares, donde las broncas suelen de ser de campeonato, sobre todo con los cuñados y siempre ayuda darle al jarro un poco más de la cuenta.

Os presento un vídeo. No os puedo pedir que lo visionéis, porque eso sería mucho pedir. Supondría una fidelidad inquebrantable a esta página. No me atrevo a pediros tanto. Además, incluso las personas más allegadas a las que les he hecho un pase privado, me dicen; ¿hay que verlo entero?  Las explicaciones sobran, por lo tanto ahí va. Ah, se me olvidaba: que paséis unas felices fiestas de invierno. ZORIONAK!


sábado, 10 de diciembre de 2016

Sobre los errores al pintar acuarelas

Ya he explicado algo que me pasa cada vez que me pongo en tarea con un nuevo cuadro. Para los tres o cuatro que pueden seguir este absurdo blog, les diré que los errores se pagan y de entrada rompes la acuarela cuando te sale mal y la arrojas con saña a la papelera. Acto seguido la repites, la misma claro. Llegas a terminarla y queda lo suficientemente bien como para no tener que volver a tirarla.

De aquí sacamos una conclusión: no es lo mismo romper una cosa, que prenderle fuego. En el primer caso se puede recuperar pero en el segundo no. La humanidad camina ahora más por el asunto de quemar lo que no sirve, más que enterrarlo una vez troceado. Una vez terminado el cuadro, enmarcado y todo, de repente me acuerdo de los trozos tirados a la papelera. Con gran trabajo, pues había que sacarlos entre mil papeles, los recuperé y pude reconstruir el puzzle, tarea ardua donde las haya. Luego el consiguiente pegado y ahí tenéis el resultado.


La visión casi parece fantasmal. Me pregunto por qué oscuras razones, he guardado el cuadro roto y pegado durante diez y ocho años. Todo un auténtico despropósito aparentemente, pero nada más lejos de la realidad. Ahora, hoy para ser exactos, estoy con otra acuarela que, en sus inicios me acarrea grandes dificultades. Sólo la tranquilidad que me produce el poder romperla en mil trozos y poder seguir con una nueva, me anima a lo más importante de toda esta historia: no tener miedo ante un papel blanco. Al fin y al cabo, el resultado de la siguiente acuarela, está reservado a una de las siete u ocho personas que hay en el mundo, a las que les gusta alguna de mis pinturas. Ya para terminar este discurso amorfo, coloco la acuarela definitiva del mismo tema, que no es otro que el recibidor del Grand Hotel que había en Iruña, en la Plaza de San Francisco (hoy biblioteca municipal).




jueves, 8 de diciembre de 2016

El hecho de pintar

Hoy me he metido de lleno con una acuarela, que en realidad no es creación mía, sino una copia de un cuadro de Edward Hopper. Y me digo a mí mismo: no copies nunca más la obra de otro pintor. En este caso tengo la escusa de que es el cliente, en este caso clienta, quien me lo ha solicitado. Nunca copies a otros pintores me digo a mí mismo una y otra vez y nada, ni caso.

Hay que tener en cuenta que, la acuarela en la que estoy trabajando, está dibujada desde hace algunos días y claro, cuando se trata de empezar a dar el color me entra como si dijéramos un vértigo increíble, mal de altura lo llamo yo. Así que hoy he roto el hechizo o maleficio y la obra avanza.

En el fondo es el miedo a equivocarte y que todo se vaya a paseo. El óleo en ese aspecto es mucho más amable que la acuarela, porque dejas secar y pintas encima. Y de esto quería hablar hoy. De los tiempos en que los óleos los hacía en una sesión de una hora como mucho. Trabajaba el óleo igual que si fuera la acuarela. Ahí os presento un cuadro pintado nada menos que en 1964, hecho de una tacada.

Volviendo a la acuarela y a ese miedo a equivocarte, debo tener muy claro que si pasa eso, se rompe y se hace otra. De hecho, hace como unos veinte años, hice una acuarela, me equivoqué, la rompí y la volví a hacer. Luego en vez de tirar los trozos a la basura los pegué y aún la tengo. 

Lumbreras: verano de 1964

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Amphicar

Antes que nada debo decir que, la acuarela que veis más abajo representa un Amphicar navegando por lo que parece un lago. El cuadro es propiedad de Iker, autor intelectual del cuadro. Hace aproximadamente unos dos años, mientras  Iker veía un programa de restauración de vehículos, apareció el coche del cuadro en muy mal estado y tras una serie de actuaciones de los mecánicos y chapistas, quedó como recién salido de fábrica. Inmediatamente, creo recordar,  Iker me mandó un whasapp con la foto, pidiéndome que le hiciera una acuarela para llenar un hueco del pasillo. Lo mío con los cuadros es algo serio: casi dos años para hacerlo y un año desde que lo esbocé. Por fín, para alegría de Iker, lo he terminado y ahí veis el resultado.

Del amphicar pensaba explicar toda su prolija historia, pero voy a pasar de ello. Si leéis ésto, tenéis la suficiente cultura informática como para saber todo lo imaginable sobre este vehículo. Sólo apunto que se fabricó entre 1961 y 1968, que la mayor parte de estos autos se vendieron en los EEUU y que la fábrica cerró cuando prohibieron su importación. Por cierto, el fabricante, un tal Hanns Trippel, hacía los vehículos anfibios para Hitler, durante la segunda guerra mundial. Eso, como comprenderéis, le trajo algún problema con los aliados.