Ya se acercan las simpáticas fiestas de Navidad. Kokodrilo, poco tiene que decir respecto a ellas y lo poco que tiene que decir, lo dirá por medio de esta publicación.
Y es que, con el paso de los años, la Navidad en lo que a mí respecta, se reduce a un par de cosas: colocar los casi doscientos muñequitos y hacer la merienda cena del día 5 de enero, víspera del día de los famosos y archiconocidos reyes magos, que como todo el mundo debiera saber, ni fueron reyes, ni magos ni nada por el estilo.
Así que dilectos lectores, que paséis unos estupendos días.
Le llamé a Carmen Cervera, ya sabéis, la dueña del Thyssen, para que me cogiera un par de entradas a fin de ver la exposición dedicada a las mujeres artistas, que durante años fueron silenciadas.
Una vez con las entradas en mi poder, el resto fue fácil: ni siquiera hay que hacer cola en la taquilla. Sólo hace falta enseñar ese cuadradico con formas geométricas, creo que le llaman código QR y te dejan pasar.
No hace falta deciros que el paseo por la exposición fue una gozada. Eso sí, las exposiciones siempre cansan más de la cuenta. Deberían poner más asientos en las salas.
De todos los cuadros, sin ser el mejor ni mucho menos, me llamó la atención el que os pongo a continuación.
